Conforme crece la crisis y los casos de coronavirus y los mercados se ven afectados, se puede llegar a pensar que el COVID-19 ha sido lo peor que pudo pasarle a la economía. Sin embargo, hay otro “monstruo” que puede causar mucho más daño a la economía mundial que una pandemia, y es probable verlo muy pronto.
Disclaimer: nuestra intención no es subestimar la grave crisis del coronavirus que vivimos actualmente, sino mostrar otra posible crisis que consideramos con efectos peores.
Hoy 16 de marzo, las cifras de infectados por coronavirus asciende a casi 170 mil; mientras que el número de muertos se acerca a 6000 mil. A nivel económico, los precios de índices, crudo, oro, bitcoin y acciones sufren sendas caídas.
Pero esto es pequeño en comparación del monstruo que conocerás hoy, el cual algunos analistas más pesimistas como Ambrose Evans-Pritchar, definen como: “el final del capitalismo globalizado”.
El monstruo del que hablamos es: Una terrible crisis de deuda, la cual puede causar una crisis financiera mucho peor que la del 2008.
Pero, ¿qué es una crisis de deuda y por qué puede ser peor que el coronavirus y los mercados en la actualidad?
Antes veamos los efectos del coronavirus en la economía en actualidad:
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Sigue leyendo para que conozcas todos los efectos que puede tener este “monstruo” en la economía.
Hoy aprenderás...
¿Qué es una crisis de deuda y por qué podemos tener una pronto?
Una crisis de deuda se da cuando un deudor: nación, provincia, industria, empresa o persona, pierde la capacidad de cumplir su obligación legal de pagar sus deudas y entra en impago o “default financiero”.
Las deudas nacionales suelen pagarse con los recursos recibidos del recaudo de impuestos; por esa razón, cuando el gasto de un país es mayor a sus ingresos, los gobiernos suelen emitir bonos de deuda para financiarse y generar recursos que les permitan superar las malas rachas de sus economías.
No siempre se logra estabilizar la economía de una región, nación, sector o empresa; por ende, la generación de más deuda para financiarse puede resultar contraproducente.
Aunque en sí, las deudas no son buenas ni malas por naturaleza; esto depende del uso que se les dé. El éxito de la administración de los recursos permitirá pagar dicha deuda.
En el actual sistema capitalista globalizado, la emisión de bonos de deudas de las grandes potencias, así como dentro de sus sectores (sector hipotecario, inmobiliario, pensiones, etc.); interconecta las grandes economías entre sí, de modo que la caída de un sector por impago de deuda puede provocar un “efecto dominó”, quebrar bancos, y afectar otros sectores y toda la economía mundial.
Un gran ejemplo de esto fue la gran crisis financiera que vivimos en 2008:
La crisis del 2008, el mejor ejemplo
En 2008 los miembros de U.E no fueron capaces de pagar sus deudas ni rescatar instituciones endeudadas con terceros. Esto, sumado a otras razones un poco más complejas, como préstamos de alto riesgo, burbujas inmobiliarias y un fuerte gasto deficitario, provocaron dicha recesión.
Mientras que en USA, en 2007 la crisis empezó en el mercado de hipotecas. La quiebra del banco “Lehman Brothers” abrió la “caja de pandora” que golpearía a la economía americana y mundial.
A lo largo de la historia nos encontraremos con innumerables ejemplos: la historia muestra que las grandes olas de deudas coinciden con crisis financieras, con elevados costos como consecuencia.
Desde 1970, la mitad de los 521 periodos de deudas han terminado en crisis. Y en la actualidad estamos en la cresta de una peligrosa ola de deudas, con un alto riesgo de vivir una deuda peor.
De todas las cuatro llamadas “olas de deuda” de los últimos 50 años, tres de ellas han terminado en crisis, y la cuarta aún la estamos viviendo.
El coronavirus y el mercado no se llevan muy bien, los efectos causados por la pandemia en la industria petrolera, turística y el comercio en general, es grave; sin embargo, como lo explicaremos a continuación, lo que viene puede ser peor para los mercados.
La década 2010 – 2020 ha sido la que más ha crecido en cuanto a deuda pública y privada: con 55 billones de dólares hasta el 2018; registrando así un crecimiento desmedido que iba de 54 puntos porcentuales hasta 168 puntos.
Vale destacar que en la segunda economía más importante del mundo -China-, la relación deuda y PBI aumentó en 255%. La única ventaja del gigante, es que la mayoría de su deuda se la debe a sí mismo, por lo que podrá manejarla mejor.
En cambio, las llamadas economías emergentes tienen el 50% de las deudas en manos de inversionistas no residentes, lo que muestra un panorama poco alentador en una hipotética crisis.
El anterior informe también determinó que esta misma oleada de deuda es diferente a la de la anterior crisis en diversos aspectos:
- Involucra deuda privada como pública.
- Participan nuevos acreedores junto con más de dos regiones.
- Gran parte de la deuda es impulsada por China.
- La deuda es mucho más elevada en países en desarrollo, incluso si no catalogamos a China como uno de ellos: duplica el nivel dominal de 2007.
¿Qué tan mala puede ser una nueva crisis de deuda?
Los analistas más optimistas refutan esta crisis debido a las bajas tasas de interés que se manejan en la actualidad. Por otro lado, muestran un panorama de confort señalando los 13.023.947€ de deuda, de toda la U.E; que generalizando representa un 79,24% de deficit frente al PBI, en todo el grupo.
En 2017 el deficit frente al PBI representaba un 82,5%, por lo que ha sucedido una importante reducción, que hay que reconocer.
Pero estos analistas suelen ignorar (quizás adrede) que Europa puede estar sentada ante una verdadera montaña de deuda oculta: existen algunos “activos contingentes” que no se incluyen en las estadísticas oficiales.
Los pasivos contingentes son solo potenciales, pero bajo ciertas condiciones pueden convertirse en reales. Por ejemplo:
- Garantías Gubernamentales como las de Finlandia 28% del PIB, Austria 20,5%, y alemania 14,3% del PIB.
- Pasivos con relación a asociaciones público-privadas, como contratos de construcción a largo plazo cuyos activos no se registran en cuentas gubernamentales (esta categoría se encuentra en menos del 4% debajo del PIB en toda la UE).
- La tercera categoría incluimos compañías controladas por gobiernos y no clasificadas como gubernamentales.
- En la cuarta categoría están los préstamos morosos activos del gobierno, donde Europa arrastra 600 mil millones de Euros.
Los efectos de una crisis de deudas no serían diferentes a los de siempre: los planificadores centrales culparían a los agentes económicos señalando un exceso de ahorro inexistente. Y como si fuera poco, señalarán la falacia de siempre: si las personas no están dispuestas a invertir, debe hacerlo el gobierno.
Esta crisis podría ser sin precedentes, y seguramente ya no se podría “tirar la basura bajo la alfombra” como en la pasada crisis.
Crisis como la del coronavirus y los mercados actuales con sus números en rojos, podrían ser catalizadores y avivar esta posible crisis:
Por ejemplo, ante la caída del crudo los mercados de crédito pueden mostrar una gran preocupación, según el analista de XBT, Joaquin Robles. La gran cantidad de bonos de deuda emitidos por las empresas petroleras para explotar campos petroleros que en estos momentos no son rentables.
Grandes sectores como el turismo, cruceros, aerolíneas, provocan una reevaluación crediticia; debido a la actual crisis sanitaria. Empresas como Boeing y United Airlines están obligadas a revisar sus créditos y a la vez sobrecargarse de créditos problemáticos.
La solución ante esta posible crisis está difícil de ver, y como con el coronavirus, muchos gobiernos serán ineficientes ante este monstruo.
Tal vez las tecnologías disruptivas, como los cada día más evolucionados ecosistemas digitales, sean la solución. Pero los gobiernos rechazan y no entienden estas tecnologías, pues odian sus efectos en la economía: disminuyen los gastos a los consumidores y generan menos ingresos fiscales.
¿Qué opinas de la actual situación entre el coronavirus y los mercados?
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